Querido feto, futuro ciudadano del siglo XXI,
Desgraciadamente, te ha tocado vivir en un mundo gris, de cemento, asfalto y cables. Pocas veces verás el cielo azul sin nubes y humos, que aunque efímeros, siempre vuelven y encapotan la mirada. Tendrás que acostumbrarte al frío y al calor extremos, al bochorno y la congelación, a la lluvia torrencial, al tornado y al terremoto.
Deja atrás los álamos del río,
deja atrás la orilla blanca de la playa,
deja atrás los prados verdes.
Ahora no vives en la naturaleza, vives en una dimensión paralela, levantada en hormigón y vigas de hierro.
No te veas con una piel bonita, ni un cutis nacarado, te ha tocado una epidermis que maltratarás, que no se debe tostar al sol, porque ahora es uno de tus grandes enemigos.
Olvídate de una salud fuerte y un día sin tos. Estamos en el siglo del cangrejo, del resfriado y de los pulmones azabache. Todo se ha confabulado contra nosotros. Podremos acabar con bosques y secar ríos enteros, pero ellos tienen armas más fuertes que atacan donde más duele.
Deja atrás las motas de luz a través de las hojas,
deja atrás las canciones del jilguero,
deja atrás la huella sobre la tierra húmeda.
Ya no queda nada de todo eso, porque ahora se estila el alcantarillado humeante, el chisporroteo, el columpio metálico meciéndose tenebrosamente. Nada más moderno que la suela de goma y el caucho sobre el alquitrán.
Ya no somos superiores a nada: somos frágiles estructuras de huesos y vísceras. Somos gelatinas sensibles a cualquier suspiro de la muerte, eternas Torres de Pisa. Bienvenido a la debilidad y la vulnerabilidad, tendrás lengua, páncreas, corazón y ojos de Aquiles. El talón era algo de los fuertes.
Deja atrás el inspirar aire profundamente,
deja atrás el buceo despreocupado,
deja atrás la hierba entre tus dedos.
El mundo no está hecho para ser un animal civilizado, sino un ciudadano animal. Animal con la tradición, animal con las creencias, animal con la moral, animal con la libertad. Prepárate para indignarte y sofocarte con reivindicaciones infantiles, ambiciones poderosas, inútiles exigentes, manifestaciones caprichosas.
No podrás amar a tu país, porque entonces se entenderá que odias a los demás. No podrás defender tus costumbres, porque entonces eres un retrógrado. No podrás perpetuar creencias, porque entonces vives en un mundo obsoleto.
Amigo, debes aceptar los derechos de todos y cada uno de tus conciudadanos. Si quieren matar, debes dejarlos porque así es la libertad. Si se mueren por robar, déjalos, no oprimas su libertad. Si lo que buscan es basar su vida en los placeres de Dioniso, ni se te ocurra intentar razonar, su vida es su vida y no quieren cadenas que tengan algo que ver con una mente fría o una vida responsable. Respeta la libertad y, ya que estás, reivindica la tuya, ¿por qué no? Deben aceptártela también.
Deja atrás los castigos y la mano dura,
deja atrás todo lo relacionado con la madurez,
deja atrás los proyectos de vida.
El siglo XXI es siglo de la improvisación, del tan en boga "carpe diem", del despilfarro y el grito a los cuatro vientos. Acostúmbrate a no organizar nada, a no seguir ningún esquema, a hundirte en el egoísmo y no seguir ningún modelo. Valórate a ti mismo como al mejor y demuestra tu primacía sobre los demás con el puño, con el falo o con tu privilegiada mente femenina.
Si quieres vivir bien, olvídate de una comunidad o de un bien colectivo. Tú decides tu vida, la vida de tu vientre y la vida de los padres que se preocupan por ti. Eso sí, cuando tengas hijos, no les regañes porque te lloverán demandas, déjalos que experimenten y encuentren sus propios límites, aunque en algún momento un coma etílico o un acelerón les haga pasarse de la raya. Están en su libertad de vivir, sufrir, seguir adelante y morir cuando les apetezca.
Deja atrás todo lo que entendías por vida,
deja atrás los valores éticos,
deja atrás evitar lo prohibido.
Es hora de que entres en este mundo y experimentes el humo de una realidad contranatural y "políticamente correcta".
Que aproveche.
P.D.: Si le tienes miedo, siempre puedes tener la esperanza de que tu madre haya seguido bien mis consejos y no tengas por qué llegar aquí.
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by: Joaquín Bueno.
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